El ser humano auténtico

¿Te consideras auténtico?

¿Lo que haces, dices y piensas surge de ti como una expresión de lo que eres?

¿Qué frases repites sin saber de dónde proceden?

¿Haces cosas sólo para complacer expectativas ajenas?

¿Tus deseos surgen de lo que el mundo espera que quieras o de lo que en verdad anhelas?

Ser auténtico no es ser rebelde o excéntrico, es ser coherente con lo que en realidad deseas. Es soltar las cadenas que te atan a la opinión ajena e ignorar las exigencias de una sociedad que espera que desees lo mismo que todos desean, persigas las mismas metas e imites un modelo único y aceptable de ser humano.

Para ser autentico no se necesita perseguir ideales utópicos o emprender causas perdidas. Se pueden tener altas y sublimes aspiraciones o metas muy mundanas. La diferencia está en la fuente de la cual surgen y en la manera de alcanzarlas.

Un ser humano autentico tiene su propio estilo y usa sus propios métodos. Escucha la suave voz interior que le susurra la receta para ser libre y feliz en un mundo de cadenas y luchas.

¿Cuál es esa receta?
  • Construir los sueños a partir de sí mismo y de la necesidad natural que tiene todo ser humano de realización, plenitud y manifestación.
  • Trazarse ideales y propósitos que no estén motivados por la competencia, la apariencia, el éxito o las exigencias de la sociedad.
  • Hacer lo que se hace desde un deseo autentico, para que ese ser único, que cada uno es, pueda expresarse, realizarse, crecer y trascender.
Un auténtico ser humano vive sus sueños desapegado del logro. Pregona su verdad sin miedo al rechazo. Hace lo que le dicta su corazón, aunque eso signifique que lo tilden de iluso, loco o soñador.

La autenticidad es una rara virtud, tan rara como el ejercicio consciente de la libertad.

Un ser auténtico vive de acuerdo a sus propias reglas, sin traicionarse a sí mismo para complacer a los otros.

Se pregunta lo que desea, responde desde su interior y va en busca de ello sin temor.

Rompe esquemas y modelos de vida. No es esclavo de la moda, el protocolo o la etiqueta pues se ha liberado de la obsesión por el qué dirán.

Respeta las ideas ajenas sin tener que compartirlas o atacarlas.

No impone sus ideales, los vive y asume las consecuencias de sus actos.

Un auténtico ser humano no impone su criterio ni lo defiende, simplemente lo vive. Es decir: hace pleno ejercicio de su autenticidad, respetando profundamente la uniformidad de los demás


Diana Rodríguez Angulo

Comentarios